viernes, 4 de marzo de 2011

Asesinato por encargo: Mercader, Edad Media

Y allí estaba yo, escondido entre las sombras. Él, opulentamente obeso, lleno de joyas y armando escándalo con dos putas en el callejón. El sitio perfecto para que muera una rata. Dispongo de armamento rústico: una daga afilada, cuatro agujas de 20cm y una maza. Será doloroso.
Mi contratista me había dicho de pagarme bien por su muerte, y yo no lo vi tan difícil; y no lo fue. Ni la puta que se la estaba chupando, ni la que se dejaba meter mano se dieron cuenta de que me acercaba, mucho menos él que estaba de espaldas a mí. Saqué dos agujas y, horizontalmente, las clavé de atrás hacia delante en sus rodillas. Las putas se quedaron blancas y no precisamente por su trabajo, salieron corriendo pero yo fuí más rápido, saqué las agujas de las rodillas y con precisión cirujana perforé sus tráqueas según pasaban por mi lado.
El estaba de rodillas en el suelo suplicando por su vida.
-Dime, ¿quieres vivir agónicamente, o morir agónicamente?
-VIVIR, POR FAVOR QUIERO VIVIR.
-Mala elección.
Y eso fue lo último que escuchó, recojí las agujas de las putas y las introduje en sus oidos hasta perforar sus tímpanos. Las saqué y tirando del pelo para que mirase hacia arriba corté con la daga ambos ojos y la nariz que después machaqué con la maza. Cojí la daga y le corté los labios por los lados, qué comica sonrisa. Por último le corté la lengua.
-No oyes, no hueles, no saboreas, no andas, no ves, pero vives porque eso has elegido yo te he matado sin llegar a matarte eres un muerto en vida.
Recojí mis cosas y me llevé alguna joya y dinero, ya no lo necesitarían.

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