martes, 8 de marzo de 2011

Macabra tortura (para ti querida minisádica)

Sí, soy culpable de su muerte y no solo de eso sino de mucho más. Lo torturé hasta que él mismo me pidio su muerte. Seguí torturándolo, hasta que le pidió a dios su muerte. Seguí torturándole hasta que le pidió a satan su muerte y la mía. Y solo cuando yo consideré que el infierno no podría castigarle peor de lo que yo lo había hecho permití que eligiera el suicidio o la tortura, el pobre tardo en superar su instinto de autoprotección una semana más.
Ahora os contaré cómo lo hice y por qué lo hice. El por qué es fácil, él me secuestró y me estuvo violando durante tres semanas hasta que me encontraron. Yo le tuve tres meses y una semana crucificado durante el dia y suelto de noche. Le puse unos grilletes de un metro de cadena en muñecas y tobillos, las cadenas llegaban hasta una rueda pasando por un soporte de madera que podía girar, separarse, etc. con la silueta humana, para mayor comodidad de manejo. Dividí los noventa días en 9 torturas, respeté horarios de comidas y nutrición, no quería que se me muriese antes de la cuenta. La primera tortura la hice con agua, una manguera que use hasta que el pelo de su cabeza cayó por completo al noveno dia, el décimo le dejé tranquilo. La segunda fue el fuego y no necesitle más que 20 mecheros. Le quemé las plantas de los pies, las palmas de las manos y los testículos en intervalos de 15 segundos con 1 minuto de descanso. No quería quemaduras graves. Lo hice durante los días 20 a 30. La siguiente fueron las agujas y el alcohol. con una aguja de coser le hacía picotazos para después rociarle alcohol. Respetaba venas y me centraba en el torso y espalda. En mi cuarta tortura me centré en su pene que tanto le gustaba meterme. Informándome descubrí cómo suministrar la dosis necesaria de viagra para mantener una contínua erección. Al principio estaba normal pero el décimo dia tenía el pene hinchado y sobre todo irritado, casi en carne viva, entonces cojí un visturí y comencé a despellejarle el capullo como si fuera un plátano que le quitas lo negro. Le curé cuando se quedó sin miembro. En mi quinta tortura decidí no tenerle crucificado sino con las piernas abiertas pero el no era muy flexible y yo quería 180º de abertura para colocar un oscilador sujeto a un martillo. El oscilador aseguraba dar un golpe cada segundo no mas fuerte que que si te cae una manzana desde un árbol pero una hora tiene 3.600 segundos y un dia 43.200 segundos que durante 10 días son 432.000 golpes en los testículos. Sus grítos ya eran agónicos a las 3 horas. En mi sexta tortura le lijé todo el cuerpo y cada día, por la mañana le rociaba de sal y limón. Al día siguiente repetía el lijado donde se hubiera recuperado. En mi séptima tortura me encargué de dislocarle las articulaciones de cada dedo de la mano y pie, uno por día. Esque dudaba y si lo hacía hacia la derecha me parecia simple, pero cuando lo volvia a ver hacia la izquierda me parecía también feo. Acabé  por decidirme hacia arriba y atrás, es decir con la direccion opuesta al movimiento habitual. Mi octava tortura fue ardiente, bastante. Usé varios esprais de pimienta. Lloró mucho, no se si a la 5ª se quedó o no ciego pero sus ojos no deberían ser negros por completo, por nonma general. y mi novena tortura fue simple, un trozo de tela de seda en su garganta y dejar que agua la empape. Dicen que la sensacion es como la del ahogo pero basta con sacarla para recuperar el aire. Es cierto. En la semana que le dí para suicidarse le clavé en las muñecas y pies pinchos de acero inoxidable y clavados en el maniquí de madera. Podía quitarse la vida alejándose del soporte mientras caminaba por cristales rotos y alambres de  pinchos, los clavos dejaban salir la sangre poco a poco hasta que se desangró.
Eso fue todo, no hacen falta las gracias por hacer tu trabajo satán.

lunes, 7 de marzo de 2011

Beso de sangre (Dedicado a una amiga porque no todo es lo que parece)

Las historias de vampiros y vampiresas suelen ser tenebrosas, sensuales y fantásticas; y esta no es una excepción, pero si diferente. Me encontraba yo en un pub de stripers y había tomado varios rones de más. Querían cerrar y el dueño me echaba, pero yo no quería irme. El insistía. Y yo me negaba a irme. Discutimos y terminó llamando a seguridad, pero, en el último momento, una striper se me acercó y le dijo algo al dueño. El sonrió y le dio una cachetada al trasero.
- Toda tuya, puedes hacer con ella lo que quieras, durante toda la noche puedes quedarte aquí en una de nuestras habitaciones.
Era increíble, yo, hombre sin suerte ni futuro, le había gustado a esa chica. Y que chica... pelo largo y lacio, rojo como el más puro fuego al igual que sus ojos y sus labios.
-Te gusta el rojo...
-Me encanta el rojo, y el cuero también -dijo cogiéndome de la camisa y llevándome hasta una habitación- bienvenido a mi casa.
Encendió la luz y allí había una decoracion de lo más gótico y siniestro posible: paredes negras, un gigantesco pentáculo dorado en el suelo bajo un ataud-cama, látigos, fustas, instrumentos eróticos, trajes de lo más sujerentes desde Dómina hasta Sirvienta.
-Te gusta tu trabajo.
-Adoro mi trabajo. Y dime pues, ¿qué quieres que te haga? Pienso satisfacer absolutamente todos tus deseos- dijo y al sonreir vi dos colmillos pequeños.
-Bonitos colmillos...
-Oh, los has visto, muy observador y muchas gracias, es que soy una vampiresa.
-Que excitante vampirita.
-Lo se...
Su cuerpo era perfecto, sus pechos redondos y grandes juraría una 110, su cintura estrecha que formaba una bonita curva con su culo. Su piel blanca como la nieve y suave como la seda me provocaba frios y helados surcos de fuego en mi cuerpo con cada roce. Se quitó las botas, sus pies eran pequeños una 36, dedos redonditos y pequeños y empeine fino y estilizado, parecia que no tocaba el suelo como si se deslizara levitando.
-¿Te gustan?
-Son bonitos -dije mientras ella levantaba lentamente uno de ellos.
-Bésalo.
Sin saber por qué lo hice y eran suaves y muy sensuales. Estube largo rato haciéndolo, me resultaba agradable. Entonces me levantó y me llevó a su ataud-cama.
-Cierra, los ojos, vas a recibir el beso más placentero que existe... -los cerré -... el beso... - note su aliento en mi nuca y como su lengua acariciaba mi cuello -... de sangre.
El mordisco me pilló absolutamente por sorpresa. Mi sangre salía de mi cuello y entraba en su boca, pero no dolía, sino que era agradable un placer indescriptible me invadió y lo único que pasó por mi mente es "Sige bebiendo"
-Así lo haré querido -dijo una voz en mi mente.
Ese líqido rojo, símbolo de vida, de mi vida, ahora era suyo, era su vida; y pronto comenzaría la mía. La vista se me nubló y lo único que sentí fue cómo hasta la última gota de mi sangre salía de mí.
-Muchas gracias por la cena, la mordedura de un vampiro mantiene a la víctima viva hasta 2 minutos después de haberle quitado hasta su última gota. Adoramos la sangre fresca...
-No me arrepiento, iba a suicidarme, saber que mi vida por fin le sirve a alguien me quita un peso de encima, gracias.
-Valla eres muy considerado, nunca me he topado con alguien como tu y esta es tu recompensa -dijo dándome un suave beso con mi sangre aun en sus labios.
Era cálido y cuando enfoqué la vista y la miré a los ojos vi por primera y última vez que me había enamorado de la muerte.

viernes, 4 de marzo de 2011

Asesinato por encargo: Mercader, Edad Media

Y allí estaba yo, escondido entre las sombras. Él, opulentamente obeso, lleno de joyas y armando escándalo con dos putas en el callejón. El sitio perfecto para que muera una rata. Dispongo de armamento rústico: una daga afilada, cuatro agujas de 20cm y una maza. Será doloroso.
Mi contratista me había dicho de pagarme bien por su muerte, y yo no lo vi tan difícil; y no lo fue. Ni la puta que se la estaba chupando, ni la que se dejaba meter mano se dieron cuenta de que me acercaba, mucho menos él que estaba de espaldas a mí. Saqué dos agujas y, horizontalmente, las clavé de atrás hacia delante en sus rodillas. Las putas se quedaron blancas y no precisamente por su trabajo, salieron corriendo pero yo fuí más rápido, saqué las agujas de las rodillas y con precisión cirujana perforé sus tráqueas según pasaban por mi lado.
El estaba de rodillas en el suelo suplicando por su vida.
-Dime, ¿quieres vivir agónicamente, o morir agónicamente?
-VIVIR, POR FAVOR QUIERO VIVIR.
-Mala elección.
Y eso fue lo último que escuchó, recojí las agujas de las putas y las introduje en sus oidos hasta perforar sus tímpanos. Las saqué y tirando del pelo para que mirase hacia arriba corté con la daga ambos ojos y la nariz que después machaqué con la maza. Cojí la daga y le corté los labios por los lados, qué comica sonrisa. Por último le corté la lengua.
-No oyes, no hueles, no saboreas, no andas, no ves, pero vives porque eso has elegido yo te he matado sin llegar a matarte eres un muerto en vida.
Recojí mis cosas y me llevé alguna joya y dinero, ya no lo necesitarían.