jueves, 13 de junio de 2013

Este es el fin...

Llaman a mi puerta, ya le esperaba... "es la hora" me dice, y lo sé bien. Tanto tiempo diciéndole eso mismo a tantas otras personas me enseñó a ver cuándo me tocaría a mí.
-Suerte en tu nueva empresa, y disculpa si elijo morir por mi propia mano, no quiero que te manches las manos con sangre de un asesino.

-Buenas noches Asesino del siglo XXI.

Un saludo a todos y todas mis seguidores pero aquí decido cerrar este blog, que no eliminarlo. Espero que disfrutaseis de mis relatos ^^ y gracias por seguirme.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Al Acecho (en honor al taekwondo)

Observaba emocionado lo que allí sucedía. Entre la muchedumbre de fans, compañeros y aficionados yo observaba con cautelosa emoción la belleza de los movimientos de ambos participantes. El lugar era amplio, bien iluminado y ventilado, pero aun así el ambiente estaba cargado, poco a poco parecía que todo se oscurecía y hacía mucho calor dada la tensión del combate. El público poco a poco se fue callando hasta sumirse todo en un tenso silencio. 
Sus cuerpos se desplazaban con precisión cirujana. Podía apreciarse el sudor de sus trajes bajo las protecciones haciendo que se marcaran los músculos. Los golpes iban y venían a gran velocidad. Ambos jadeaban y el marcador estaba empatado cuando el árbitro dio fin al combate. Ambos competidores fueron a sus asientos para recuperarse durante un minuto. A mí me parecieron horas, para ellos segundos. Regresaron al tapiz y el árbitro proclamó punto de oro, un solo golpe sería el decisivo. Rapidez, agilidad, astucia... todo se mezclaba en las mentes de ambos.
Sonó el silbido y uno de ellos retrocedió distanciándose y quedándose quieto e inmóvil, esperando. En su cara se dibujaba una sonrisa de victoria que mostraba la seguridad en sí mismo que tenía. Esa parada no solo paro por unos segundos el combate, la tensión ya era intensa antes de eso. Inmóvil. Esperando. Frío y calculador. Completamente al acecho y tan tenso que hasta el tigre más voraz se amedrantaría. Esa tensión paró hasta el latir de los espectadores por unos segundos.
Todo sucedió muy rápido. El contrario se precipitó y él le esperaba, sonriente, había ganado antes incluso de dar el pitido el árbitro. En un contraataque de velocidad y belleza sin igual su cuerpo voló en un giro, su pierna se alzó asestando un brutal talonazo en la sien. La postura era magníficamente hermosa. Su cuerpo formaba la figura perfecta de una guadaña y ,segando cual parca la vida de su oponente, el oponente cayó muerto sobre el tapiz.

domingo, 2 de octubre de 2011

La Gota

Me negaba a hablar y ellos no dudaron en utilizarlo. Me ataron boca arriba sobre una camilla inclinada de madera. Mi cabeza quedaba colgando del borde superior y sobre ella un cubo metálico pendía de unas cadenas.
Una vez fui inmovilizado, llegaron el cubo con agua de mar, o por lo menos olía salado. Cuando estuvo lleno, empezó a caer una gota cada cinco segundos en mi frente. A los pocos minutos tenía el pelo y la cara empapados, junto a la sal que se acumulaba y provocaba que me pícara todo. Pasada una hora, me encontraba empapado de pies a cabeza. Todo el cuerpo me picaba y no podía moverme.
Hora tras hora, mi cuerpo se deshidrataba y la sal provocaba que se me cuarteara la piel, eso sin contar que poco a poco mi frente empezaba a erosionarse. Había perdido la cuenta de las horas que habían pasado, y se me habían hecho días. Gota a gota. Gota a gota. Gota a gota. Gota. Gota. Gota... a gota.
Resonaban en mi cabeza como tambores y en mi frente el dolor ya era muy fuerte . Tenía sed, mucha sed, pero ese agua salada mala calmaría; por la contra, la aumentaría. El tiempo pasaba y el picor se tornó dolor cuando la sal empezó a provocar ampollas y deshidratar el cuerpo. Mi frente estaba en carne viva y cada gota que caía erosionaba aún más la piel que se escocía con la sal.
 Rellenaron el cubo y decidí confesarlo todo. Ella sonrieron, y se marcharon dejándome ahí metido. Grité ayuda, perdón, injurias, pero nadie vino. Y una a una, las otras caían del cubo mermando mis fuerzas, mi vida y mi piel.
Tras varias horas la hipotermia se apoderó de mi cuerpo provocando tiritonas que habrían grietas en mi piel, por las que finos hilos de sangre corría un junto al agua. Las gotas habían llegado ya al cráneo y el sonido al estrellarse me retumbaba como mi tambores resonando mi cabeza. Mis ojos estaban casi secos por la gran cantidad de sal que había en ellos. 
Finalmente, murí loco del retumbar, frío de la hipotermia, taladrando en la frente hasta el cerebro, ciego y como una estatua de sal agrietada.

jueves, 4 de agosto de 2011

Devorado

Olor a putrefacción penetrando por la nariz, miles de manos agarando y tirando de mi piel. Poco importaba quitarse de encima a uno, otro ocupaba su lugar. La resistencia era inutil, pero el instinto me hacía luchar, aun mientras habían empezado a morderme.
El dolor era inhumano, los mordiscos de esos seres, infestados de bacterias, quemaban como el hierro candente. Sus uñas desgarraban mi piel y se astillaban dejando trozos que se incrustaban con cada movimimiento que hacía.
Los dolores más agudos fueron cuando me arrancaron de cuajo algun tendón. Suerte que m cerebro colapsó cuando uno me mordió la tráquea.

miércoles, 29 de junio de 2011

Porque el amor se sirve frío

Poco a poco tu chuchilla penetra mas en mi cuerpo hiriendome de muerte. Pero soy yo quien, poco a poco, se acerca a ti, aun que fuiste tu quien me apuñalo. Soy yo quien avanza con un unico objetivo... venganza. Me acerco, poco a poco las fuerzas me abandonan; casi estoy alli, un poco mas cerca... Por fin cara a cara. Miro atras... un rastro de sangre marca lo que he recorrido hasta ti solo por venganza. Vuelvo la cabeza... la vista se me nubla, pero no lo suficiente como para ver aun tus ojos tus preciosos ojos marrones... Me acerco a tu oido y susurro mi venganza de la forma mas tierna, mas dulce y sincera del mundo para que no me supiera amargo decirte que acabas de perder a una persona que te llego a amar.

martes, 28 de junio de 2011

Dulce venganza (en especial cariño para Akira)

Ahhh cuan dulce es la venganza, y más cuando es merecida. Mi padrastro era un maltratador si, pero si hablamos de grados de crueldad me llevo yo la palma.
Él, además de maltratador, a escondidas de mi madre se dedicaba a abusar sexualmente de mi dulce y joven cuerpo... pobrecito. Un dia que disfrutaba maltratandome le lancé una mirada de sumisión junto a una sonrisa algo pornosa. Él se escitó bastante y decidí jugar con él un poco sentandome encima. Me restregué un poco y él se dejó hasta que ví la oportunidad. Me lancé a su cuello y de un mordisco le arranqué la yugular.
Comenzó asi a sangrar como el cerdo que era, su sangre cálida me bañaba por completo. La sangre le llenaba el cuerpo. tardó a pernas un par de segundos en desangrarse.
Asi fue como maté a mi odioso padrastro.

lunes, 27 de junio de 2011

Infarto de amor (para una gatita pellizcona)

"... lo siento, pero creo que deberiamos dejarlo..."
Sus palabras resonaban en mi mente una y otra vez, como una voz que lo único que quiere es verme sufrir. Cada letra de esa frase arrancaba una lágrima de mis ojos que resvalaba y caía en mi almohada empapada. Mi nariz atascada me impedía tomar bien el aire, que entraba en forma sollozos sordos por mi boca. Sentía frío. Mis pies estaban helados y algo amoratados al igual que mis labios y mis manos.
Cada temblor de mi cuerpo me dolía como una paliza.
"... lo siento..."
Yo si que lo siento, siento soledad, siento frío sin tu calor, siento un vacío en mi pecho en el lugar donde debió estar mi corazón. El aire me empezaba a faltar. Perfecto un ataque de ansiedad...
"...lo siento... lo siento, pero creo... pero creo que deberíamos..."
Se repetía una y otra vez en mi cabeza, me dolia mucho. Pero más me dolía el corazón que me palpitaba como un martillo neumatico en el pecho. Sentía que se me podría salir en cualquier momento, e ir en tu busca pues tuyo fue, tuyo es y tuyo será por siempre.
"... Dejarlo, dejarlo, dejarlo, dejarlo..."
No, no puede acabarse así, me niego... Respiraba con dificultad cuando de repente un fortísimo dolor en el pecho me hizo soltar un grito ahogado que se convirtio en mi último aliento...
-Me has... roto el corazón...