jueves, 4 de agosto de 2011

Devorado

Olor a putrefacción penetrando por la nariz, miles de manos agarando y tirando de mi piel. Poco importaba quitarse de encima a uno, otro ocupaba su lugar. La resistencia era inutil, pero el instinto me hacía luchar, aun mientras habían empezado a morderme.
El dolor era inhumano, los mordiscos de esos seres, infestados de bacterias, quemaban como el hierro candente. Sus uñas desgarraban mi piel y se astillaban dejando trozos que se incrustaban con cada movimimiento que hacía.
Los dolores más agudos fueron cuando me arrancaron de cuajo algun tendón. Suerte que m cerebro colapsó cuando uno me mordió la tráquea.

No hay comentarios:

Publicar un comentario